Mientras otros sellos independientes imitaban la manera de trabajar de las discográficas multinacionales para, al final, acabar vendiendo cuatro discos, Esan Ozenki consiguió una repercusión considerable a través de canales prácticamente subterráneos. No es la única razón por la que marcaron la diferencia. Ningún sello de la época trató con más respeto a sus artistas. Aún hoy cuando cuento que en Esan Ozenki se repartían los beneficios al 50% entre la discográfica y el grupo sigo encontrándome con caras que oscilan entre la sorpresa y la incredulidad. Y es que el sello de Irun fue muchas cosas, pero, ante todo, Esan Ozenki sigue siendo un poderoso argumento.
Roberto Herreros
[Miembro de LADINAMO y coordinador de contenidos del programa musical de La 2 MAPA SONORO]